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Decía con toda razón Ludwig Wittgenstein, que “el significado de una palabra está su uso en el lenguaje» (Wittgenstein, 1988) y no en el significado estrictamente académico. Dos coterráneos españoles pueden reaccionar diferente ante una misma palabra y generar una serie de sentimientos y conductas posteriores. Se entiende así que el lenguaje no es un sistema cerrado, acabado e independiente de la actividad humana, no es así, varía y está en constante evolución. Solo cuando interactuamos las palabras tienen sentido.

Teniendo esto de base paso a un segundo nivel en el uso del lenguaje, y es que las personas bilingües expresa diferentes aspectos de su personalidad y reacciona diferente según el idioma que utiliza.

Una investigación de la universidad de Austin (Texas) entre individuos bilingües español-inglés, sostiene que, ante preguntas como “¿Es usted hablador? ¿tiende a ser desorganizado?, los entrevistados cambiaban sus respuestas, según el idioma que usaran. Cuando hablaban en inglés, la respuesta mayoritaria enfatizaba asertividad y eficiencia, buscando la asimilación de valores ideales de Estados Unidos. La relajación, en cambio, se hacía patente cuando el idioma de interlocución era el español (Filosofía Hoy, 2010)

De forma paralela, bilingües chino-inglés evocaban valores y actitudes más grupales ante imágenes como la Gran muralla o bien radicalmente individualistas cuando la imagen mostraba a Superman.

“Hablando se entiende la gente”, si, el lenguaje, las palabras no dejan de ser que una construcción social. Por eso, lo que decimos no tiene sentido sin un interlocutor que a su vez vaya descodificando mensajes hasta que se encuentren los significados de las palabras y las expresiones mutuas y se llegue a un acuerdo. Volvemos a Wittgestein, el lenguaje tiene sentido en su uso y en el contexto.

REFERENCIAS
– Wittgenstein, L. (1988). Investigaciones filosóficas. Barcelona: Editorial Crítica.
– Filosofía Hoy. (2010). Nunca dejaré de sorprenderte. Barcelona (2), 50.

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